El síndrome de la impostora fue el título de una de las formaciones impartidas desde Rem para mujeres emprendedoras.

¿Sientes a veces que eres una impostora de tu negocio?

El síndrome de la impostora me invadió a mis 24 años durante los primeros años de mi experiencia laboral, trabajando con esos “grandes” del sector automovilístico en Múnich. Recién salida de la carrera, me encontré con un sector totalmente masculinizado y tremendamente hostil. Sin embargo, aunque estaba sumergida en esa cultura y, a pesar de las dificultades, conseguí superar mi síndrome de la impostora.

¿Sabes qué estrategias utiliza la impostora que sientes que eres en algunas ocasiones?


Cuando esa sensación de que somos unas impostoras se apodera de nosotras, de manera más o menos consciente, nos sentimos constantemente un fraude y vivimos con el miedo a que algún día nos descubran. Estas sensaciones originan una cadena de pensamientos y reacciones inconscientes que dan como resultado que nos valoremos y critiquemos de forma negativa. Si no somos capaces de detectar cuando estamos teniendo el síndrome nos quedamos atrapadas en este ciclo hasta agotarnos y las consecuencias pueden ser nefastas para ti, tu emprendimiento, tu salud, tu familia, tu rendimiento y/o tu negocio.

¿Qué es este síndrome y a qué se debe?

  • El síndrome de la impostora no es una enfermedad, es un conjunto de estados emocionales que experimentamos debido a las situaciones internas y externas que vivimos.
  • Es el reflejo de un autoconcepto sesgado que nos afecta a la autoestima.

Este síndrome tiene género femenino

El síndrome de la impostora no se resuelve solo con trabajar en nosotras mismas y nuestro empoderamiento individual. También tiene que haber un cambio colectivo hacia un modelo menos estereotipado, en el que se fomente una educación y una cultura laboral libres de prejuicios y estructuras sexistas.

Aunque las mujeres demuestren fuerza y ambición, nuestras batallas con los (micro)machismos diarios nos afectan negativamente. Hay estudios que explican que las niñas, a partir de los 5 o 6 años, ya tienen la sensación de pertenecer a un grupo inferior. Para ellas, las mujeres pueden hacer cosas buenas, pero los hombres son los que destacan.

A pesar de que estamos hiperformadas y somos mayoría en las universidades, esto no se refleja en el mercado laboral, en el que ocupamos los puestos más precarios y con peores condiciones laborales. El suelo pegajoso o el techo de cristal, fruto de las culturas empresariales patriarcales, están ahí como sombras acompañándonos en nuestras carreras laborales. Asimismo, también somos las que nos encargamos mayoritariamente de las labores de cuidado, crianza y domésticas que no se pagan, ni tienen valor social, aunque son imprescindibles para la supervivencia. Todo esto nos afecta en la confianza en nosotras mismas, en la percepción de nuestras habilidades y en cómo valoramos nuestras capacidades. En sentirnos unas impostoras de nuestros trabajos y nuestros negocios.

¿Cómo se puede dejar atrás el síndrome de la impostora?

Mejorando nuestra autoestima y autoconcepto. Aunque esto es algo que engloba muchos aspectos y requiere de tiempo y acompañamiento psicoterapéutico, podemos empezar, tal y como hicimos en la formación, haciendo conscientes los mecanismos de protección que tenemos ante el estrés de lo que consideramos un “fracaso” y poniendo en práctica diferentes estrategias para ir deconstruyéndolos, e identificando los agentes externos que nos influyen negativamente para así coger perspectiva ante los juicios de valor que nos hacemos a nosotras mismas.

Otro factor que es muy necesario para ganar autoestima y confianza en una misma es  tener una red de empoderamiento alrededor. Una red de acompañamiento y cuidado mutuo que puede optar varias formas a través de la relación entre mujeres, basada en el respeto, la admiración y el apoyo mutuos.

En Ingenias proporcionamos esta red y estrategias ya en la adolescencia a través de sesiones de crecimiento personal complementarias a las clases de apoyo de matemáticas. Así, el foco de enseñanza lo ponemos no sólo en la materia, sino también en la inteligencia emocional que se ve influida por la socialización de género que vivimos desde pequeñas, que nos hace sentir a las mujeres especialmente inseguras, tal y como nos pasa en los ámbitos de la empresa y el emprendimiento, en los ámbitos de la ciencia y la ingeniería, y en primaria y secundaria, en la asignatura de matemáticas.

Así, nuestro objetivo es que las jóvenes adquieran herramientas emocionales para afrontar de una manera más sana las exigencias, la presión y el estrés de los estudios y, de esta manera, que puedan usarlas en todos los aspectos de su vida. El síndrome de la impostora puede así desaparecer para el resto de su vida desde una etapa temprana.

Es maravilloso poder empoderar a mujeres de todas las edades.

Si te interesa la formación del síndrome de la impostora para ti, puedes reservar plaza escribiéndome a paula.nm@ingenias.org o rellenando el formulario de contacto en https://www.ingenias.org/2486-2/.

Recomiendo seguir en Instagram a estos dos perfiles: @elsindromedelaimpostora y @nedratawwab, y leer el libro: “El síndrome de la impostora, ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?” de Elisabeth Cadoche y Anne de Montarlot.


Paula Nieto Montero

Paula Nieto Montero

www.ingenias.org

paula.nm@ingenias.org


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