Las emprendedoras somos un claro ejemplo de mujeres `orquesta´, arrastramos el rol de cuidar a otros, nunca a nosotras mismas

Sara Gallego Medina, consultora de Igualdad, recursos humanos y coach ACC

El ámbito de la salud sigue siendo un escenario clave y una cuestión crucial para el feminismo. Entre las vindicaciones de las mujeres a lo largo de la historia, o sea, la recuperación de algo que nos pertenece, está la igualdad de derechos, sin que la diferencia biológica sea motivo de opresión para la vida de las mujeres.

Mucho se ha recorrido para recuperar autoestima, autonomía, autoridad y toma de decisiones ante nuestras necesidades. Sin embargo, hoy las mujeres seguimos desdobladas entre lo personal, lo profesional y lo familiar, con un eterno reclamo por la conciliación de estos espacios vitales. Para hablar de estos dilemas nos responde Sara Gallego Medina que, junto a otras remistas, han creado en Rem un espacio de reflexión abierto sobre la importancia del autocuidado.

¿Qué significado adquiere el 8M para toda la sociedad, y en especial para las mujeres?

El 8 de marzo es un día conmemorativo de los derechos de las mujeres. Las Naciones Unidas (ONU) legitima la necesidad de comprometerse por la igualdad real de las mujeres donde aún queda mucho camino para estar en equilibrio con los hombres. La filósofa Amelia Valcárcel, catedrática de Filosofía Moral y Política, define el feminismo como una agenda de cambio social. Esta es una conquista pacífica de muchos siglos y Simone de Beauvoir ya advertía:“No olvidéis nunca que bastará con una crisis política, económica o religiosa, para que los derechos de las mujeres se cuestionen”.

La salud de las mujeres es la columna vertebral del feminismo, ¿por qué sigue siendo una cuestión crucial para desmontar la desigualdad?

Vivimos en un mundo donde lo que define “lo normal” es la biología masculina. Los parámetros de la salud siguen centrados en lo masculino, falla tremendamente la perspectiva de género en este ámbito. Es necesario reflexionar sobre la gran contradicción que supone que las mujeres sean las mayores proveedoras de atención sanitaria y las que menos se benefician de ella a nivel mundial. Las enfermedades de las mujeres son las menos estudiadas, las peor tratadas, y su impacto, más infravalorado. Las mujeres vivimos más y peor. Tras ser cuidadoras, pocas veces recibimos el mismo nivel de cuidados que hemos dado. El dilema a las mujeres nos surge porque el rol tradicional femenino es el de cuidar a otros, nunca a una misma. Las mujeres tenemos más cargas y menos tiempo para lo personal. A esto hay que añadir la culpa, por lo que dejamos de hacer cuando nos ocupamos de cuidarnos, y el estrés que se irá acumulando, porque ser omnipresentes nos pasa factura. Las emprendedoras somos un claro ejemplo: mujeres `orquesta´ atendiendo todas las necesidades de un negocio, más la esfera familiar y la personal.

¿De qué hablamos cuando insistimos en los autocuidados de las mujeres?

Las mujeres necesitamos ocuparnos “más” de nuestra salud mental, física, y emocional. Todo empieza por una misma, solo nosotras podemos ejercer ese papel de autocuidadoras. No se puede delegar ni deberíamos querer hacerlo. El mito del amor romántico nos hace mucho daño, esperamos que otra persona venga a cuidarnos y no ocurre. Sabemos que las mujeres somos más propensas a la depresión y ansiedad y esto tiene un importantísimo componente ambiental. Por ello, hay que dedicar tiempo a encontrar formas de liberarnos de la carga mental, hacer deporte, mantener nuestros vínculos sociales más allá de la familia, practicar alguna afición o desarrollar nuestra espiritualidad. En determinadas circunstancias y contextos, es casi un acto de rebeldía. Y en realidad, no trae más que consecuencias positivas para nosotras y para los que nos rodean. Además sirve al propósito de socializar a las futuras generaciones, mediante la educación en valores y desde el ejemplo.

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Entrevista realizada por Lucía Ruiz Oliveras. Periodista.

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